domingo, 17 de abril de 2011

Rávena

Estamos en un lugar estratégico de Italia, Ferrara está muy cerca de varios lugares súper interesantes en términos de arte. Ahora que lo escribo pienso que es una obviedad, ¿qué parte de Italia no? buuuu para mi. Pues sí este país es como un gran museo, estoy segura de que habrá cosas modernas pero ¿a quién le puede interesar eso cuando tienes “la historia del arte” a la mano? Nosotros decidimos sacrificar nuestra comodidad –vivimos en un lugar súper básico, por no decir gacho- para poder viajar y ver en vivo aquello que habíamos conocido sólo en libros. Hemos hecho viajesillos de un día a varios lugares y quiero mostrar un poco de eso que hemos visto y nos ha impactado. Sí, temo decir que lo que he visto es puro lugar común, puro cliché, pero es inevitable no hablar de ello, ¡tantos críticos de arte no pueden estar equivocados! Decidí meter en este blog -que da patadas de ahogado- un pequeño diario de nuestros viajes, tal vez será un poco aburrido pero es algo que a la larga me traerá buenos recuerdos. Como todo diario de Arloinne corre el peligro de desaparecer pronto pero haré el intento de mantenerlo a flote.
Y sin más explicaciones:
Ayer fuimos a Rávenna, una ciudad-pueblo -ay ya sé que tengo que quitarme el trauma del tamaño de las ciudades en Europa pero es uno de los (de)efectos de haber vivido tanto tiempo en el DF- como decía, fuimos a ver los grandiosos mosaicos bizantinos que decoran las iglesias de la ciudad.
Por fin nos atrevimos a ir a la estación de tren de Ferrara en bici, aclaro esto porque en Ferrara es costumbre robar bicicletas de ahí (luego subiré una foto para que vean la gran oferta de bicis), pero vivimos lejos y así era más rápido. Obvio como buenos mexicanos escogimos estratégicamente el lugar para estacionarlas, ya saben: un lugar de difícil acceso pero tampoco tanto, para que la gente pueda ver que se la están robando, y además pusimos todos los candados y cadenas que pudimos.
El viaje fue un éxito, por fin logramos ver todo lo que queríamos en un día, para esto tuvimos que hacer algunas modificaciones en nuestras costumbres como no comer en ningún lugar más o menos “formal” (y no hablo de un restaurante elegante, sino de cualquier puesto con mesas y sillas) y llegar más temprano al tren, por eso nos arriesgamos con lo de la bicicletas.
Comimos una deliciosa Piadina, un pan muy característico de aquí que es parecidísimo a la tortilla de harina lo que nos hace muy felices porque ya nos hacemos quesadillas como las que nos hacíamos en Guadalajara, y bueno, para eso entramos en el mercado, que me encantó porque nos recordó al de la colonia Del Valle, sólo me faltó mi café de ese puestito famoso (que ni recuerdo el nombre), chéquenlo en la foto abajo ¿si o no se parece?  Claro, hay que usar un poquitín la imaginación y cambiar las piernas de jamón serrano por cabezas de puercos y así –detallitos-, pero fui ¡tan feliz!
Y qué decir de los mosaicos, cuando entras a una iglesia piensas que son los mejores pero luego entras a la otra y decides que no, que esos sí son los mejores y así pasa de iglesia a iglesia. Y claro, comienzas sacando miles de fotos pero luego te das cuenta de que como estas viendo casi lo mismo –problema de saber poco de arte- ya no tiene sentido sacar más, ja, o algo así nos pasó. Pero dejo abajo unas fotillos para que las vean, aclaro que no soy fotógrafa –eso se lo dejo a David-, para mi sólo funciona como una herramienta de mi memoria. Las demás fotos las subo al facebook.
Sí, todo lo de colores son mosaicos!!!

El detalle

David dice que los motivos tienen un parecido al arte huichol, creo que es verdad.

Perdonen la vanalidad pero me encantó esa manita haciendo cuernitos (¡YEAHHHHHH!)


El fotógrafo oficial

El mercadito parecido al de la Del Valle

miércoles, 6 de abril de 2011

Ahora sí: Lost in translation

Llegué a Italia con toda la intención de hablar en Itañol, estaba preparada con un mini diccionario de bolsillo en el que podía encontrar las palabras y frases básicas para hacer la llegada más sencilla (en realidad eso de usar un diccionario por más pequeño que sea y quepa en mi mini bolsita es totalmente impráctico para las conversaciones casuales) y además, creía tener nociones mínimas del Italiano: todos sabemos que si le pones una “e” o “i” al final de cada palabra castellana posiblemente estés hablando en Italiano ¿no? Y así, yo muy valiente le dije a David que no pasara por mí al aeropuerto de Venecia que yo podría llegar hasta Ferrara. Y sí lo logré pero fue mucho más complicado de lo que yo creía.
Estando aquí no sólo he comprobado que producir es muy difícil, sé que decir esto es una obviedad sobre todo cuando en realidad no conoces un idioma, pero el hecho de que sea tan parecido y al mismo tiempo diferente al español me confunde. Lo que más me ha sorprendido es que el año y medio que estuve en Tarragona y en el que yo pensé que nada se me había pegado del catalán en realidad aprendí mucho. Y lo más loco fue darme cuenta mientras intentaba hablar italiano ya que me salían palabras que ni siquiera sabía que conocía como: "menjar" que es comer, "desenvolupament" que es desarrollo o cosas tan extrañas como "escombra" que significa escoba. Lo del "desenvolupament" lo puedo explicar: seguro lo aprendí por lo de este máster que estoy indirectamente tomando, pero ¿escoba? estoy segura de que en toda mi estancia en Cataluña nunca quise saber cómo se decía escoba. Y aunque al principio me alegré de haber aprendido algo de catalán ahora también me doy cuenta de que definitivamente no puedo con tres idiomas tan parecidos. Otra vez pregunto: ¿cómo olvido un idioma?
Llevo tres semana en Italia (¡ya tres, no lo puedo creer!) y parece que mi futuro es la incomunicación o peor: la total, íntegra y absoluta dependencia a David.  

viernes, 11 de febrero de 2011

2010

Mejoré o mejor dicho ‘customicé’ mi currículum para seguir buscando trabajo; viaje a México por un mes, me titulé y aproveché de mi gente en tiempo récord; disfruté del verano en la playa y el mar mediterráneo; participé de manera no oficial en mi primera excavación arqueológica (Atapuerca) dicen los que saben que fue una oportunidad única; España me sorprendió: el País Vasco es increíble, Salamanca -odio decirlo- lo mejor de las ciudades coloniales de México al cuadrado, Ávila – también odio decirlo- me llevó a Disneylandia (trabajo en ello pero borrar lo que desde niña a través de las películas de Disney aprendí que era lo medieval es muy difícil); me visitaron muchos: Po, Lya, mis papás, Luis y con cada uno de ellos conocí más; aprendí a disfrutar de Barcelona en gran parte gracias a Amaranta e Yves y a pesar de que mi naturaleza dramática o más bien exagerada se divierte mucho más con las pequeñas tragedias estoy intentando atenuar los hechos, no hubo grandes cambios este año pasado y me ha costado mucho aprender a disfrutar mi vida sin mucha actividad pero creo que lo estoy logrando, por lo pronto ya desistí en la búsqueda de trabajo.

lunes, 3 de enero de 2011

7 de diciembre

Era un hombre difícil de conocer después de los años 70 y al parecer fácil si tuviste la suerte de hacerlo antes. Mi teoría sobre el cambio de personalidad fue que dejó de trabajar a los 50 años, pero mi mamá con tono culpable dice que el problema fue cuando todos sus hijos migraron y le quitaron a sus nietos. Lo cierto es que disfrutaba el ser abuelo, se iba todos los días al parque con el nieto que estuviera alrededor, lo paseba hasta que se quedara dormido y él, felizmente, se regresaba a la casa. Tal vez lo que le gustaba en realidad era el estar con alguien con quien no tuviera que hablar de cosas "importantes".
Fue un padre duro, de esos de principios de siglo y un abuelo más bien callado y sometido a un matriarcado tardío resultado de una venganza por haber sido tan guapo de joven. O eso explicaba mi abuela.
Recuerdo sus cigarros interminables uno en su boca y otro en el cenicero, recuerdo su adicción a los chocolates y al alcohol de las reuniones de los jueves con sus amigos. Recuerdo su mirada ausente, su risa cortada y profunda que funcionaba como medio de comunicación. Lo recuerdo triste por perder amigos en el camino y decir, a pesar del enojo de mi abuela: "Son más importantes que mis hermanos". Lo recuerdo en la sala escuchando el programa: El Fonógrafo, también cuando me dejaba descubrir los premios en los "Ráscale" que compraba casi todos los días. Lo recuerdo enojado cuando le dábamos regalos por las navidades y lo recuerdo bien, fuerte. Me sorprendía que a los 88 años pudiera irse en metro hasta la estación Hidalgo, tomar un camión y caminar hasta donde alguna vez estuvo su casa para sentarse en una silla y 'trabajar'. Trabajar era sentarse y fumar un cigarro mientras intentaba cobrar la renta de los inquilinos de la vecindad que alguna vez fue su casa. "Hoy me pagaron todos" decía contento con 300 pesos en la cartera mientras mi abuela se enojaba por ser tan 'dejado'. Él explicaba que no podía correrlos, ni pedirles más porque eran familias pobres que apenas les alcanzaba para vivir. Todos los días llegaba a la vecindad y la gente lo saludaba con mucho cariño y nadie lo entendía.
"Nos va a dar una sorpresa" decía mi mamá cuando todos hablábamos de lo bien que estaba mi abuelo, ella no lo creía, intuía lo que iba a pasar. Y así fue, nos dió una sorpresa el 7 de diciembre, día en que mi hermana cumplía sus treinta años. Coincidencia.